Homilía de D. Julián Ruiz el día de su Toma de Posesión (6-3-2011).

 
Homilía de Mons. Julián Ruiz Martorell
Obispo de Jaca

S.I. Catedral de San Pedro
Jaca, 6 de marzo de 2011

(formato pdf)


Bendito seas, Señor, que me has traído a esta hermosa tierra, poblada de personas nobles y trabajadoras, que responden con entusiasmo a su vocación bautismal.

Excmo. y Rvdmo. Sr. Nuncio Apostólico de Su Santidad, Mons. Renzo Fratini; Excmo. y Rvdmo. Sr. Arzobispo de Pamplona y Obispo de Tudela, Mons. Francisco Pérez Gónzalez; Excmo. y Rvdmo. Sr. Arzobispo de Zaragoza, Mons. Manuel Ureña Pastor; Excmo. y Rvdmo. Sr. Arzobispo de Oviedo, Mons. Jesús Sanz Montes; Excmos. y Rvdmos. Srs. Obispos; querido hermano Abad, queridos hermanos sacerdotes, diáconos, seminaristas, religiosos, religiosas, miembros de instituciones de vida consagrada y sociedades de vida apostólica; querida familia; queridos miembros del Pueblo Santo de Dios; queridos hermanos en Cristo nuestro salvador. Dirijo un saludo agradecido a todas las autoridades autonómicas, provinciales y locales que nos acompañan en esta celebración.

El libro del Deuteronomio (11, 18.26-28.32), que acabamos de escuchar, en un texto nos exhorta a introducir las palabras del Señor “en el corazón y en el alma”, a no olvidarlas nunca llevándolas en lugares bien visibles, “en la muñeca como un signo, en la frente como una señal”.

Dios dice bien a favor de la humanidad, su decir bien es una bendición. Si escuchamos los preceptos del Señor, Él podrá decir bien de nosotros, nos bendecirá. Por el contrario si no le escuchamos, si nos desviamos del camino, Él no podrá decir que nuestro sendero es recto, no podrá bendecir nuestro sendero. El salmo elegido para esta celebración nos indica esta misma idea: el Señor, como buen Pastor, me guía por el sendero justo.

No basta con decir “Señor, Señor” para entrar en el Reino de los Cielos, es preciso cumplir la voluntad del Padre. Si escuchamos las palabras que el Señor nos dirige y las ponemos en práctica, nos parecemos al hombre prudente que edificó su casa sobre roca. El Señor no nos dice que todo será fácil. Al contrario, nos asegura que sobrevendrá la lluvia, se saldrán los ríos, soplaran los vientos y descargarán contra la casa; pero no se hundirá porque estará cimentada sobre roca. Si no escuchamos las palabras del Señor y no las ponemos en práctica, la edificación se hundirá totalmente (cf. Mt 7, 21-27).

La segunda lectura (Rom 3, 21-25a.28) nos recuerda que hemos sido justificados gratuitamente por la gracia mediante la redención de Cristo-Jesús. Somos “justificados por la fe, sin las obras de la Ley”, nos dice san Pablo.

Firmas en la fe y generosos en el amor. Este es el título de la Programación Pastoral de la Diócesis de Jaca para el Año Pastoral 2010-11. Programación que se enmarca en tres grandes apartados de nuestro ser Iglesia: la relación con Dios, la comunión con los demás como hermanos y la misión que el Señor nos encomendó. Se presentan tres grandes retos, uno por cada apartado señalado:
1. Vivir la identidad cristiana en un mundo relativista. “Arraigados y cimentados en Cristo, firmes en la fe” (cf. Col 2,7) es el lema de la Jornada Mundial de la Juventud 2011.
2. Ser hermanos en un mundo de confrontación. Ser parábola de fraternidad.
3. Anunciar la Buena Nueva a un mundo desesperanzado.
Para cumplir estos retos se proponen siete acciones pastorales:
1. Realizar en las parroquias grupos bíblicos que vivan la lectura creyente de la Palabra de Dios.
2. Ayudar a los que regresan a la Iglesia y a los que quieren incorporarse a Ella. Hemos de acercarnos a todos ellos.
3. Impulsar la formación en Escuela de Formación Cristiana en la diócesis.
4. Acentuar momentos de encuentro, de comunión.
5. En Pastoral Juvenil, prepararse para la Jornada Mundial de la Juventud de agosto de este año.
6. Comprometernos ante las consecuencias de la crisis económica aquí. Las pobrezas y la pobreza en el mundo.
7. Rezar y dar testimonio ante la sociedad del valor de la familia y de la vida.
Al inicio de mi ministerio episcopal entre vosotros, con vosotros y para vosotros, quiero centrarme hoy en el primer reto, a la luz de la quinta acción pastoral, y recordar algunas de las palabras del papa Benedicto XVI en el Mensaje que escribió el pasado mes de agosto para la XXVI Jornada Mundial de la Juventud 2011 que, como ya sabéis, tiene como lema «Arraigados y edificados en Cristo, firmes en la fe» (cf. Col 2,7).

Dice el Papa: «aquí podemos distinguir tres imágenes: “arraigado” evoca el árbol y las raíces que lo alimentan; “edificado” se refiere a la construcción; “firme” alude al crecimiento de la fuerza física o moral». Y añade: «la primera imagen es la del árbol, firmemente plantado en el suelo por medio de las raíces, que le dan estabilidad y alimento. Sin las raíces, sería llevado por el viento, y moriría. ¿Cuáles son nuestras raíces? Naturalmente, los padres, la familia y la cultura de nuestro país son un componente muy importante de nuestra identidad. La Biblia nos muestra otra más. El profeta Jeremías escribe: “Bendito quien confía en el Señor y pone en el Señor su confianza: será un árbol plantado junto al agua, que junto a la corriente echa raíces; cuando llegue el estío no lo sentirá, su hoja estará verde; en año de sequía no se inquieta, no deja de dar fruto” (Jer 17, 7-8). Echar raíces, para el profeta, significa volver a poner su confianza en Dios. De Él viene nuestra vida; sin Él no podríamos vivir de verdad. “Dios nos ha dado vida eterna y esta vida está en su Hijo” (1 Jn 5,11). Jesús mismo se presenta como nuestra vida (cf. Jn 14, 6). Por ello, la fe cristiana no es sólo creer en la verdad, sino sobre todo una relación personal con Jesucristo. El encuentro con el Hijo de Dios proporciona un dinamismo nuevo a toda la existencia. Cuando comenzamos a tener una relación personal con Él, Cristo nos revela nuestra identidad y, con su amistad, la vida crece y se realiza en plenitud» (Mensaje, nº. 2).

Sigue añadiendo el Sumo Pontífice: «como las raíces del árbol lo mantienen plantado firmemente en la tierra, así los cimientos dan a la casa una estabilidad perdurable. Mediante la fe, estamos arraigados en Cristo (cf. Col 2, 7), así como una casa está construida sobre los cimientos. […] Estar arraigados en Cristo significa responder concretamente a la llamada de Dios, fiándose de Él y poniendo en práctica su Palabra» (Mensaje, nº. 2).

«Queridos amigos – continúa Benedicto XVI – construid vuestra casa sobre roca, como el hombre que “cavó y ahondó”. Intentad también vosotros acoger cada día la Palabra de Cristo. Escuchadle como al verdadero Amigo con quien compartir el camino de vuestra vida. Con Él a vuestro lado seréis capaces de afrontar con valentía y esperanza las dificultades, los problemas, también las desilusiones y los fracasos» (Mensaje, nº. 2).

Leo el último párrafo de este interesante texto. «Estad “arraigados y edificados en Cristo, firmes en la fe” (cf. Col 2, 7). La carta de la cual está tomada esta invitación, fue escrita por san Pablo para responder a una necesidad concreta de los cristianos de la ciudad de Colosas. Aquella comunidad, de hecho, estaba amenazada por la influencia de ciertas tendencias culturales de la época, que apartaban a los fieles del Evangelio. Nuestro contexto cultural, queridos jóvenes, tiene numerosas analogías con el de los colosenses de entonces» (Mensaje, nº. 3).

Cuando las personas y los pueblos acogen la presencia de Dios, le adoran en verdad y escuchan su voz se construye concretamente la civilización del amor donde cada uno es respetado en su dignidad y crece la comunión con los frutos que esto conlleva. Preparémonos dirigentemente todos para la Jornada Mundial de la Juventud, dispongamos nuestro corazón, nuestra mente y todas nuestras fuerzas para ese gran acontecimiento. Vuestro obispo llega a vosotros para animaros, y para orar: Señor hazme pastor según tu corazón para que tengan vida.

Que la intercesión de santa Orosia me proteja. Amén.

 

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