Las maravillas de la creación (22-4-2012).
Queridos hermanos en el Señor:
Os deseo gracia y paz.
El capítulo 43 del Eclesiástico nos invita a contemplar y agradecer las maravillas de la creación. El firmamento, el sol, la luna, las estrellas, el arco iris, la nieve, los rayos, las nubes, el granizo, la nieve, la escarcha, el hielo, la niebla, el rocío… van desfilando delante de nuestros ojos para que ensalcemos al Señor con nuestra alabanza.
En medio de la alegría de la Pascua, os invito a contemplar este magnífico espectáculo y a agradecer al Señor, sabiendo que no alcanzamos a glorificarlo dignamente, por todo lo que es obra de sus manos de Creador.
“Orgullo de las alturas es el firmamento límpido, espectáculo celeste en una visión espléndida” (v. 1).
“El sol proclama cuando sale: "¡Qué admirable es la obra del Altísimo!" (v. 2). “Grande es el Señor que lo ha creado” (v. 5).
“Lo mismo ocurre con la luna: es siempre puntual en sus fases, para marcar los tiempos, señal eterna” (v. 6).
“Belleza del cielo es el resplandor de las estrellas, radiante ornamento en las alturas del Señor. Se mantienen fijas según la palabra del Señor y no abandonan su puesto de guardia” (vv. 9b-10).
“Mira el arco iris y bendice a su Hacedor, ¡qué bello es su esplendor! Rodea el cielo con un arco de gloria, lo han tendido las manos del Altísimo” (vv. 11-12).
“Con una orden suya hace caer la nieve, con su decreto fulmina los rayos” (v. 13).
“Por eso se abren sus depósitos, y las nubes vuelan como pájaros. Con su grandeza condensa las nubes, y se desmenuzan las piedras de granizo” (vv. 14-15).
“El estallido de su trueno estremece la tierra, a su vista se tambalean las montañas” (v. 16).
“Cono bandada de pájaros esparce la nieve, que se posa en el suelo como plaga de langostas. La belleza de su blancura deslumbra los ojos, y al verla caer el corazón se extasía” (v. 18).
“Como sal Él derrama la escarcha sobre la tierra, y al helarse forma pinchos espinosos” (v. 19)
“El viento frío sopla del Norte, y el agua se convierte en hielo; se posa sobre las superficies acuosas y las reviste como de una coraza” (v. 20).
“Como remedio de todo llega la niebla imprevista, y el rocío, tras el calor, trae de nuevo la alegría” (v. 22)
“Podríamos decir mucho más y nunca acabaríamos; mi conclusión es ésta: "Él lo es todo"” (v. 27).
Por eso, añade: “¿Dónde hallar fuerza para glorificarlo? ¡Él es más grande que todas sus obras! Temible es el Señor, inmensamente grande, admirable es su poder. Ensalzad al Señor con vuestra alabanza, todo cuanto podáis, que Él siempre os superará; y al ensalzarlo, redoblad vuestra fuerza, no os canséis, que nunca acabaréis. ¿Quién lo ha visto para poder describirlo? ¿Quién puede glorificarlo dignamente? Aún quedan misterios mucho más grandes: tan solo hemos visto algo de sus obras. Porque el Señor lo ha hecho todo, y a los piadosos les ha dado la sabiduría” (vv. 28-33).
Recibid mi cordial saludo y mi bendición.
Os deseo gracia y paz.
El capítulo 43 del Eclesiástico nos invita a contemplar y agradecer las maravillas de la creación. El firmamento, el sol, la luna, las estrellas, el arco iris, la nieve, los rayos, las nubes, el granizo, la nieve, la escarcha, el hielo, la niebla, el rocío… van desfilando delante de nuestros ojos para que ensalcemos al Señor con nuestra alabanza.
En medio de la alegría de la Pascua, os invito a contemplar este magnífico espectáculo y a agradecer al Señor, sabiendo que no alcanzamos a glorificarlo dignamente, por todo lo que es obra de sus manos de Creador.
“Orgullo de las alturas es el firmamento límpido, espectáculo celeste en una visión espléndida” (v. 1).
“El sol proclama cuando sale: "¡Qué admirable es la obra del Altísimo!" (v. 2). “Grande es el Señor que lo ha creado” (v. 5).
“Lo mismo ocurre con la luna: es siempre puntual en sus fases, para marcar los tiempos, señal eterna” (v. 6).
“Belleza del cielo es el resplandor de las estrellas, radiante ornamento en las alturas del Señor. Se mantienen fijas según la palabra del Señor y no abandonan su puesto de guardia” (vv. 9b-10).
“Mira el arco iris y bendice a su Hacedor, ¡qué bello es su esplendor! Rodea el cielo con un arco de gloria, lo han tendido las manos del Altísimo” (vv. 11-12).
“Con una orden suya hace caer la nieve, con su decreto fulmina los rayos” (v. 13).
“Por eso se abren sus depósitos, y las nubes vuelan como pájaros. Con su grandeza condensa las nubes, y se desmenuzan las piedras de granizo” (vv. 14-15).
“El estallido de su trueno estremece la tierra, a su vista se tambalean las montañas” (v. 16).
“Cono bandada de pájaros esparce la nieve, que se posa en el suelo como plaga de langostas. La belleza de su blancura deslumbra los ojos, y al verla caer el corazón se extasía” (v. 18).
“Como sal Él derrama la escarcha sobre la tierra, y al helarse forma pinchos espinosos” (v. 19)
“El viento frío sopla del Norte, y el agua se convierte en hielo; se posa sobre las superficies acuosas y las reviste como de una coraza” (v. 20).
“Como remedio de todo llega la niebla imprevista, y el rocío, tras el calor, trae de nuevo la alegría” (v. 22)
“Podríamos decir mucho más y nunca acabaríamos; mi conclusión es ésta: "Él lo es todo"” (v. 27).
Por eso, añade: “¿Dónde hallar fuerza para glorificarlo? ¡Él es más grande que todas sus obras! Temible es el Señor, inmensamente grande, admirable es su poder. Ensalzad al Señor con vuestra alabanza, todo cuanto podáis, que Él siempre os superará; y al ensalzarlo, redoblad vuestra fuerza, no os canséis, que nunca acabaréis. ¿Quién lo ha visto para poder describirlo? ¿Quién puede glorificarlo dignamente? Aún quedan misterios mucho más grandes: tan solo hemos visto algo de sus obras. Porque el Señor lo ha hecho todo, y a los piadosos les ha dado la sabiduría” (vv. 28-33).
Recibid mi cordial saludo y mi bendición.
+Julián Ruiz Martorell, obispo de Jaca y de Huesca.