Jesucristo, ayer, hoy y siempre (24-7-2012).
JESUCRISTO AYER, HOY Y SIEMPRE
Queridos hermanos en el Señor:
Os deseo gracia y paz.
Unos griegos que habían llegado a Jerusalén para celebrar la fiesta, se acercaron a Felipe y le dijeron: “queremos ver a Jesús” (Jn 12,21). Muchas personas se aproximan a nosotros, con curiosidad, con deseos de información o para ratificar sus ideas o experiencias y nos hacen la misma solicitud: “queremos ver a Jesús”.
Y comenzamos a “hablar”,casi sin darnos cuenta, de lo que Jesús “hizo” y “dijo”, situándolo en el pasado, recluyéndolo en el pretérito. Pero no se trata de un hablar, sino de un “hacer ver” y de un “hacer vivir” el hecho de que Jesucristo vive y es contemporáneo de nuestra historia. No es un personaje del pasado, aunque sea el más noble. No vivió, sino que vive; no habló, sino que sigue hablando; no sanó a los enfermos, sino que los sigue curando; no pronunció palabras de vida eterna, sino que sus palabras siguen siendo vivas, actuales, más aún, eternas; no solamente acompañó a los discípulos desilusionados en el camino de Emaús, sino que sigue acompañándonos por los senderos de la historia para que le reconozcamos en la fracción del pan (Eucaristía) y cuando nos explica las Escrituras.
El Santo Padre Benedicto XVI escribió un “Mensaje” al Congreso Internacional “Jesús, nuestro contemporáneo”, que se celebró en Roma el pasado mes de febrero, en el que decía: “el nombre y el mensaje de Jesús de Nazaret, aun en tiempos tan distraídos y confusos, suscitan frecuentemente interés y ejercen un fuerte atractivo, incluso en quienes no llegan a adherirse a su palabra de salvación”.
Y seguía diciendo: “Durante mi pontificado, en repetidas ocasiones he recordado que abrir a Dios un camino en el corazón y en la vida de los hombres constituye una prioridad. "Con él o sin él todo cambia". (…) No podemos confiar nuestra vida a un ente superior indefinido o a una fuerza cósmica, sino sólo al Dios cuyo rostro de Padre se nos ha hecho familiar gracias al Hijo, "lleno de gracia y de verdad" (Jn 1,14). Jesús es la clave que nos abre la puerta de la sabiduría y del amor, que rompe nuestra soledad y mantiene la esperanza frente al misterio del mal y de la muerte. Por lo tanto, la vida de Jesús de Nazaret, en cuyo nombre también actualmente muchos creyentes, en distintos países del mundo, afrontan sufrimientos y persecuciones, no puede quedar confinada a un pasado lejano, sino que es decisiva para nuestra fe hoy”.
“¿Qué significa afirmar que Jesús de Nazaret, que vivió entre Galilea y Judea hace dos mil años, es "contemporáneo" de cada hombre y mujer que vive hoy y en todos los tiempos? Nos lo explica Romano Guardini con palabras que siguen siendo tan actuales como cuando las escribió: "Su vida terrena entró en la eternidad y así está vinculada a toda hora del tiempo terreno redimido por su sacrificio... En el creyente se realiza un misterio inefable: Cristo que está ´arriba`, ´sentado a la derecha del Padre` (Col 3,1), también está ´en` este hombre, con la plenitud de su redención, pues en todo cristiano se hace de nuevo realidad la vida de Cristo, su crecimiento, su madurez, su pasión, muerte y resurrección, que constituye su verdadera vida" (El testamento de Jesús, Milán 1993, p. 141)”.
Jesús entró para siempre en la historia humana y sigue viviendo, con toda su belleza y todo su poder. No hay ningún espacio ajeno a su presencia. No existe ningún tiempo que no esté impregnado de Él. “Jesucristo es el mismo ayer hoy y siempre” (Hb 13,8).
Recibid mi cordial saludo y mi bendición.
+ JuliánRuiz Martorell, obispo de Jaca y de Huesca.