Homilía Santa Orosia 2012.
HOM. SANTA OROSIA 2012
1) En la persona de Santa Orosia, adornada con la doble corona de la virginidad y del martirio, el Señor nos ofrece “el ejemplo de su vida, la ayuda de su intercesión y la participación en su destino”. Animados por la presencia alentadora de Santa Orosia podemos luchar sin desfallecer para alcanzar “la corona de la gloria que no se marchita” (Prefacio I de los Santos).
En esta celebración hacemos memoria viva de la Santa y, al mismo tiempo, reconocemos que sigue presente entre nosotros, como compañera de viaje en la vida de la diócesis de Jaca, intercediendo por nosotros.
Esta certeza, alimentada por la escucha de la Palabra de Dios, debería ayudarnos a ver el mundo de una manera diversa, a interpretar cada uno de los acontecimientos de la vida y de la historia como palabras que Dios nos dirige, como signos de su amor que nos garantizan su cercanía en todas las situaciones.
El mejor mensaje que recibimos de Santa Orosia es el de la santidad. Nos enseña que la santidad, es decir, el salir al encuentro de Cristo que viene continuamente a visitarnos, sigue siendo actual; más aún, con el paso del tiempo resplandece de modo luminoso y manifiesta la perenne tensión del hombre hacia Dios. Por tanto, esta celebración hade ser para nuestra comunidad diocesana ocasión para renovar vuestra adhesión a Cristo, para profundizar aún más nuestro sentido de pertenencia a su Iglesia, y para vivir un compromiso constante de evangelización a través de la caridad.
En el prefacio de los mártires, rezamos: “En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación, darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre Santo, Dios todopoderoso y eterno. Porque la sangre de la gloriosa mártir Santa Orosia, derramada, como la de Cristo, para confesar tu nombre, manifiesta las maravillas de tu poder; pues en su martirio, Señor, has sacado fuerza de lo débil, haciendo de la fragilidad tu propio testimonio”.
Mediante el testimonio admirable de los santos, el Señor fecunda sin cesar a su Iglesia con vitalidad siempre nueva, dándonos así pruebas evidentes de su amor. Los santos “nos estimulan con su ejemplo en el camino de la vida y nos ayudan con su intercesión” (Prefacio II de los Santos).
Santa Orosia, testigo heroica de Cristo crucificado y resucitado, es para cada uno ejemplo de dócil adhesión a la voluntad divina. En el martirio de la santa, Dios saca fuerza de lo débil y hace de la fragilidad su propio testimonio.
Hoy alabamos al Señor y celebramos la grandeza de sus designios al recordar a Santa Orosia que, por el reino de los cielos, se mantuvo fiel a Cristo.
2) Hacemos memoria viva de nuestra tradición cuando afirma que Orosia, Eurosia, cuyo auténtico nombre, significa “la buena rosa”, nació en Laspicio (Bohemia, actual región de la República Checa) hacia el año 850 d.C. Sus padres eran reyes de Bohemia y Eslavonia. A mediados del siglo IX, San Metodio convirtió al cristianismo a Borijov, rey de Bohemia, y a su pueblo. Este sería el monarca denominado Borivorio, casado con Ludmila, quienes fueron padres de Orosia. Ella nació un año después de la conversión de sus padres. Vino a contraer con el rey de Aragón Fortún Garcés por recomendación del Papa Adriano II. Partió con su comitiva acompañada por su hermano, el infante Cornelio, y su tío, San Acisclo, primer obispo que existió en Bohemia. Cruzaron el Pirineo en octubre del año 870. En el Puerto de Yebra, Orosia y sus acompañantes fueron localizados por las tropas del caudillo musulmán Mohamad Aben Lupo, pese a que se habían ocultado en las cuevas del puerto durante varios días, y éste propuso a la santa, a la sazón de quince años, que se convirtiese al Islam y contrajera matrimonio con el califa cordobés. Ante la negativa, Aben Lupo consumó su martirio cortándole con su alfanje la cabeza y las extremidades. Previamente, mientras estuvieron ocultos en una cueva, había brotado la actual fuente que hay en el Santuario, para que la santa y su comitiva pudieran saciar su sed. Tras el martirio, los restos se perdieron durante siglos.
Unos 300 años después, en el siglo XI, se apareció a un pastor que guardaba su rebaño en las proximidades de Yebra de Basa, para revelarle la historia del martirio y la ubicación de las reliquias expresando su deseo de que se erigiera una ermita en ese mismo lugar.
El primer milagro de Santa Orosia se produjo cuando el pastor, cumpliendo el mandato de la Santa, se acercaba a Jaca portando las reliquias en su zurrón. Todas las campanas de la ciudad rompieron, solas, a tañer a gloria.
Las reliquias están en la urna de plata que ocupa el centro del altar mayor. A ambos lados reposan los restos de San Indalecio, discípulo del Apóstol Santiago y de San Félix y San Voto fundadores del Monasterio de San Juan de la Peña.
Las reliquias de la santa son un valioso testimonio del evangelio de una mujer cristiana venida de lejos, que vivió y murió bajo el signo de Jesucristo.
3) El Santo Padre ha convocado un Año de la fe, que comenzará el 11 de octubre, en el cincuenta aniversario de la apertura del Concilio Vaticano II, y vigésimo aniversario de la promulgación del Catecismo de la Iglesia Católica, y terminará en la solemnidad de Jesucristo, Rey del Universo, el 24 de noviembre de 2013.
En la Carta apostólica “Porta fidei”, Benedicto XVI escribe: “La renovación de la Iglesia pasa también a través del testimonio ofrecido por la vida de los creyentes: con su misma existencia en el mundo, los cristianos están llamados efectivamente a hacer resplandecer la Palabra de verdad que el Señor Jesús nos dejó”. Y añade: “"La Iglesia continúa su peregrinación ´en medio de las persecuciones del mundo y de los consuelos de Dios`, anunciando la cruz y la muerte del Señor hasta que vuelva (cf. 1 Co 11,26). Se siente fortalecida con la fuerza del Señor resucitado para poder superar con paciencia y amor todos los sufrimientos y dificultades, tanto interiores como exteriores, y revelar en el mundo el misterio de Cristo, aunque bajo sombras, sin embargo, con fidelidad hasta que al final se manifieste a plena luz" (LG 8)” (Porta fidei 6).
El Año de la fe “es una invitación a una auténtica y renovada conversión al Señor, único Salvador del mundo. Dios, en el misterio de su muerte y resurrección, ha revelado en plenitud el Amor que salva y llama a los hombres a la conversión de vida mediante la remisión de los pecados (cf. Hch 5,31) (Porta fidei 6).
Hoy nos sentimos fortalecidos con la fuerza del Señor resucitado para superar con paciencia y amor, siguiendo el ejemplo de Santa Orosia, todos los sufrimientos y dificultades, tanto interiores como exteriores, y poder ser testigos del misterio de Cristo.
4) La finalidad pastoral del culto a Santa Orosia es la glorificación de Dios, “admirable en sus Santos”, y el compromiso de llevar una vida conforme a la enseñanza y ejemplo de Cristo.
Santo es el que escucha la Palabra de Dios y se deja transformar por Él. Santo es el que es iluminado por Jesucristo y se convierte en reflejo de su luz. Santo es el que recibe el amor de Dios y se convierte en testigo del amor. Santo es el que recibe el Espíritu de Dios y vive desde un nuevo manantial de vida. Santo es el que acepta el proyecto de Dios y camina con firmeza siguiendo su designio.
Queremos destacar especialmente el valor de la personalidad cristiana de Santa Orosia, la grandeza de su santidad, la eficacia de su testimonio evangélico, el carisma personal con el que enriqueció la vida de la Iglesia.
Pidamos al Señor que nos conceda su gracia, para que la figura de Santa Orosia sea para todos un estímulo para caminar en la dirección de la santidad.
+Julián Ruiz Martorell, obispo de Jaca.