"En la vejez seguirá dando fruto"-Sal 92,15- (22-7-2012)
“EN LA VEJEZ SEGUIRÁ DANDO FRUTO” (Sal 92,15)
Queridos hermanos en el Señor:
Os deseo gracia y paz.
En la memoria de san Joaquín y santa Ana rezamos: “Señor, Dios de nuestros padres, tú concediste a san Joaquín y a santa Ana la gracia de traer a este mundo a la Madre de tu Hijo; concédenos, por la plegaria de estos santos, la salvación que has prometido a tu pueblo”.
Dirigimos nuestra mirada agradecida hacia los padres de la Virgen y nos sentimos también impulsados a valorar a los ancianos.
En la Sagrada Escritura aparece más de doscientas veces el término “anciano”. San Pablo escribe a propósito de Abrahán:“Y, aunque se daba cuenta de que su cuerpo estaba ya medio muerto -tenía unos cien años- y de que el seno de Sara era estéril, no cedió a la incredulidad, sino que se fortaleció en la fe, dando gloria a Dios, pues estaba persuadido de que Dios es capaz de hacer lo que promete” (Rom 4,19-21). Según el libro del Génesis, Abrahán “murió en buena vejez, anciano y colmado de años” (Gn 25,8). También Job “murió anciano tras una larga vida” (Job 42,17).
En la Biblia encontramos expresiones magníficas sobre los ancianos: “Álzate ante las canas y honra al anciano” (Lev 19,32); “Las canas son corona de gloria, el fruto de una vida honrada” (Prov 16,31).
Los ancianos desempeñan una importante función en el pueblo de Israel. Moisés “convocó a los ancianos del pueblo y les expuso todo lo que el Señor le había mandado” (Ex 19,7).
En los salmos se afirma que el justo “en la vejez seguirá daño fruto y estará lozano y frondoso” (Sal 92,15). Y el anciano suplica a Dios: “No me rechaces ahora en la vejez; me van faltando las fuerzas, no me abandones” (Sal 71,9).
El Señor promete: “Hasta vuestra vejez yo seré el mismo, hasta que tengáis canas os sostendré” (Is 46,4).
En el Apocalipsis, veinticuatro ancianos representan a la humanidad glorificada: “Y alrededor del trono había otros veinticuatro tronos, y sobre los tronos veinticuatro ancianos sentados” (Ap 4,4).
El cuidado de los padres en edad avanzada inspira esta exhortación: “Hijo, cuida de tu padre en su vejez y durante su vida no le causes tristeza. Aunque pierda el juicio, sé indulgente con él y no lo desprecies aun estando tú en pleno vigor. Porque la compasión hacia el padre no será olvidada y te servirá para reparar tus pecados. En la tribulación el Señor se acordará de ti, como el hielo ante el calor así se diluirán tus pecados” (Eclo 3,12-15).
Actualmente, las personas vivenmás años. Es posible prolongar la vida en extensión y también en intensidad.Son muchas las personas ancianas que conviven con nosotros, y es necesario buscar fórmulas de relación, de comunicación, de enriquecimiento. Es precisoexpresar gratitud y reconocimiento a todas las personas que tienen no solamente un pasado, sino unas posibilidades abiertas en el presente y un horizonte esperanzado para el futuro.
Es necesario reconocer, valorar y agradecer la vida de los ancianos de modo que se sientan felices e importantes, miembros activos en las familias, en la Iglesia y en la sociedad.
Los ancianos han de pedir constantemente ayuda al Señor para que les conceda fuerza e ilusión para continuar colaborando, a pesar de sus achaques y limitaciones, transmitiendo experiencia y compartiendo su tiempo, su ser, su hacer y su saber hacer.
Las personas mayores no deben sentirse espectadores pasivos en medio de un mundo acelerado, sometido a cambios bruscos. Los mayores son sujetos activos que viven una etapa que puede ser especialmente fecunda y activa. Son muchas las tareas que pueden desempeñar, es mucha la misión que pueden realizar, es ingente la ayuda que pueden prestar.
Recibid mi cordial saludo y mi bendición.
+Julián Ruiz Martorell, obispo de Jaca y de Huesca