Comentario evangélico. Domingo 1 C Cuaresma.

Primer domingo de Cuaresma,  17 de febrero de 2013. Lucas 4,1-13. Ciclo C.


Cuaresma: oportunidad nueva.


            Confesamos en el Credo que Jesucristo es el “Hijo único de Dios” y además, que “se hizo hombre” por nosotros, los hombres.  Desde esta condición, desde su humanidad, el Señor Jesús participó de nuestra condición humana y como hombre experimentó situaciones que nos son tan conocidas a los hombres: la alegría, el cansancio, el dolor…y la tentación.  Esta situación es la que nos describe el evangelio de este primer domingo de cuaresma, el evangelio de las tentaciones de Jesús (solo nos las cuentan con detalle Mateo y Lucas, y con alguna diferencia entre ellos. Marcos solo dice que Jesús fue tentado sin más explicación).
              Los cuarenta días que Jesús pasó en el desierto son un recuerdo de esos 40 años en los que el pueblo de Israel estuvo peregrinando por el desierto mientras se dirigía hacia la tierra prometida. En aquél tiempo el pueblo fue fiel a Dios pero también hubo momentos en los que abandonó esa fidelidad y cayó en la tentación de buscar una divinidad más cercana, más tangible. Es el triste episodio de la confección del becerro de oro ante el cual los israelitas se postraron, como nos cuenta Éxodo 32,1-10.  
             Como les pasó a los israelitas, muchas veces la tentación se presenta con apariencia de bien [los israelitas querían adorar a Yahvé pero como, según ellos, Yahvé estaba lejano pues lo hicieron cercano con una estatua de fundición. Cayeron en el pecado de la idolatría: darle categoría de Dios a algo que no lo es].  El diablo en la tercera tentación tentó a Jesús con palabras tomadas de la Sagrada Escritura (del Antiguo Testamento). Podría parecer que merecía la pena escuchar esos argumentos. Pero eran una trampa.  Jesús se mantiene firme y rebate al diablo con sus mismos argumentos: es decir, con la Palabra de Dios.  
              Lo que el diablo le ofrece a Jesús [en la primera y tercera tentación] es que haga un acto de poder para demostrar su condición divina y en segundo lugar le ofrece el poder y la gloria humana. Nada de esto le hace falta a Jesús, por eso se mantendrá fiel a Dios y resistirá la tentación.   Es alentador ver cómo después de esta prueba el demonio se marchó hasta otra ocasión.  El bien repele al mal. Y Jesús es el sumo bien.   No volverá a aparecer en todo el evangelio de Lucas hasta el comienzo del relato de la pasión, cuando entrará en el corazón de Judas (Lc 22,3).
              Estamos al inicio de la Cuaresma. Y no, no es éste un tiempo triste ni oscuro, es tiempo   para ser conscientes de que estrenamos una oportunidad nueva: la de hacer bien las cosas, la de elegir siempre el camino del bien y no el del mal, esto es la conversión.  Cada día cuando nos levantamos no nos enfrentamos a una batalla contra el mal.  Cada día cuando nos levantamos Dios nos regala una oportunidad nueva: vivir esta vida y hacerlo al estilo de Jesús.  Cuanto más amor a Dios y al prójimo tengamos en nuestro corazón más fácil nos será vencer las tentaciones.  Seguro.

Rubén Ruiz Silleras.

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