Comentario evangélico. Sagrada Familia, ciclo B
Crecer en sabiduría, vivir en familia
Frecuentemente entendemos que la sabiduría tiene algo que ver con la luz. Sí, la luz es una buena metáfora de la sabiduría. Si el pasado dieciséis de diciembre cantábamos con toda la Iglesia “oh, Sabiduría, que brotaste de los labios del Altísimo, abarcando del uno al otro confín, y ordenándolo todo con firmeza y suavidad: ven y muéstranos el camino de la salvación”, el pasado jueves, día de Navidad, pudimos exclamar que “la Palabra era la Luz verdadera” y que “a cuantos la recibieron, les da poder para ser hijos de Dios”. Hoy contemplamos en el Evangelio como Jesús niño se iba llenando de sabiduría.
Se iba llenando de sabiduría e iba llenando de sabiduría a los que con él se encontraban, incluso a un justo como Simeón o a una profetisa como Ana. Yo que, no me tengo ni por justo ni por profeta, creo que si me acerco hasta el Señor que se me acerca, puedo llenarme de sabiduría. Si lo ordenó todo con firmeza y suavidad, ¿acaso no puede ordenarme a mi, a mi familia, a mi iglesia, a mi humanidad? Ordenar, firmeza y suavidad. Estas tres palabras indican cómo es la actividad de Dios Trinidad y de Dios Encarnado y Niño. Y también son tres palabras que se pueden aplicar al llamado “evangelio de la familia”. La Iglesia afirma sobre la familia lo que, en las Sagradas Escrituras, Dios “ordena”, en el sentido de situar dentro de un plan. Y este “ordenar” se realiza con firmeza y suavidad. Dudo mucho de que estos adjetivos describan aquello del puño de hierro con guante de seda. No. Firmeza y suavidad pueden ser sustituidos claramente por verdad y caridad. Y la combinación de ambas es ese misterioso respeto que Dios tiene por el ser creado a su imagen y semejanza, capaz de conocer lo verdadero y de desear lo bueno, en libertad y en comunidad.
La Iglesia, al anunciar con verdad y caridad el plan divino sobre la familia, correrá la misma suerte que Dios: será ignorada, será negada, será perseguida y borrada de las instituciones . Pero da igual, los cristianos, viviendo en familia, seguirán siendo la institución más benéfica para la humanidad y, sobre todo, seguirán creciendo como creció el que es Cabeza de la Iglesia: “robusteciéndose, se llenaba de sabiduría; y la gracia de Dios lo acompañaba”.
Feliz Navidad, en familia, en Iglesia, con Jesús, María y José.
José Antonio Calvo Gracia