Comentario evangélico. Domingo 3 Pascua, ciclo C.
La tercera vez
Parece que la Iglesia se empeña en mostrarnos y demostrarnos que las apariciones y los encuentros del Resucitado con los apóstoles son fundamentales para entender que el domingo es el día del Señor. En este tercer domingo de Pascua, la lectura del Evangelio concluye así: “Esta fue la tercera vez que Jesús se apareció a los discípulos después de resucitar de entre los muertos”. En domingo se apareció Jesús a los apóstoles, en domingo se apareció a los de Emaús, en domingo se apareció a Tomás. En domingo se nos hace presente por el pan y la palabra en el sacramento de la sagrada Eucaristía.
De vuelta a Galilea. Esta pesca milagrosa recuerda a otra que recoge san Lucas: toda la noche bregando, sin pescar nada, llega el Maestro y les pide remar mar adentro. El resultado de esta primera pesca es la fe de Pedro y la llamada a ser pescadores de hombres. Esta otra pesca tiene lugar en el mismo mar, pero las condiciones han cambiado: el Maestro es ya el Señor, el Resucitado y la pesca tan abundante culmina en comunión. Los apóstoles -¡la Iglesia!- han cumplido con el mandato de volver, expresado en el evangelio de san Marcos de la siguiente manera: “Él va por delante de vosotros a Galilea. Allí lo veréis, como os dijo”. O también en el de san Mateo: “No temáis: id a comunicar a mis hermanos que vayan a Galilea; allí me verán”.
En Galilea, antes y después de la Pascua, nos encontramos al Señor que se hace el encontradizo en medio de las cosas más ordinarias: en el trabajo y en su contrapunto que es la fiesta. Galilea es el tiempo oportuno de nuestra vocación y de nuestro bautismo. Si no encontramos al Señor en estas cosas más cotidianas, no lo encontraremos jamás. María, la Virgen Madre, con sus misericordias, nos ayudará a verlo en las cosas sencillas.
José Antonio Calvo Gracia