Comentario evangélico. Domingo 23 Ordinario, ciclo C.
Calculadores, ¿sí o no?
Parece que es buena pregunta. Después de las lecturas de este domingo, ¿hemos de calcular o no? Yo creo que sí: hemos sido creados criaturas racionales dotadas de cuerpo y si no calculamos, traicionaremos a Dios, a nosotros mismos y a nuestros congéneres.
Y, ¿por dónde comienza este cálculo? Primero, por reconocer ante Dios que nadie “conocerá tus designios, si tú no le das sabiduría y le envías tu santo espíritu desde lo alto”. Segundo, por convencernos de que Dios hace “prósperas las obras de nuestras manos”. Tercero, por “cargar con la cruz” y “venir” en pos del Señor, renunciando “a todos sus bienes”. Pues… ¡menudos cálculos!
Sin embargo, aunque nos parezcan descabellados según la lógica de la conquista o la lógica del mundo, no existen reglas más certeras que estas para que no nos estrellemos contra los fracasos, la esterilidad personal y los fracasos. Si reconoces que Dios es tu sabiduría, sabrás que es a él a quien tienes que preguntarle constantemente por el paso que has de dar. Si reconoces que Dios es bueno contigo y con nosotros, te abandonarás en sus manos y en su corazón de Padre y, por supuesto, en su sabiduría perfecta que todo lo rige y todo lo conoce de acuerdo con la medida de su amor que es una medida… ¡incalculable!
Si has cumplido los dos primeros pasos, quizás ya no te cueste tanto el tercero, quizás ya el Espíritu te ha enseñado a mirar la Cruz no como un patíbulo, un castigo o el cumplimiento de una sentencia condenatoria, sino como la ternura de Dios, en la que hace real su cuidado y sus desvelos porque tengas una vida no solo eterna, sino feliz y completa.
No creo que te haya persuadido a cargar la cruz y abandonarte, pero no me preocupa, porque quien te ha ganado para Dios es Jesucristo, hijo de Dios, hijo de María, hermano y salvador nuestro. De hecho, errarás todos tus cálculos si no te has encontrado cara a cara con su mirada misericordiosa. Comenzamos el curso, haz tus cálculos estés donde estés pero no te olvides de hacerlos según Dios: si le buscas en la familia, en el trabajo, en el ocio, en la formación, en la oración, en los sacramentos y en los pobres, te saldrá el cálculo redondo: tu vida será una misa. Y, pensándolo bien, ¿hay algo más que la misa? Creemos que no.
Virgen María, madre y puerta de la Misericordia, no permitas que te expulsemos de nuestros cálculo y nonos saques de los tuyos.
José Antonio Calvo.