Comentario evangélico. Domingo 2º Pascua, ciclo B
Creo
Miedo y dudas
Tenemos dudas sí, a veces no entendemos las cosas que pasan ni las que nos pasan… pero nos fiamos de ti Señor, creemos en ti, porque tú no puedes querer más que nuestro bien. Esta oración podría ser el resumen de este evangelio. Pero veámoslo más en detalle. El texto se inicia con la visita de Jesús resucitado a una casa donde se encontraban sus discípulos, que aún no acababan de entender lo que había pasado, por eso estaban recluidos. Tenían miedo. Debemos evitar emitir un juicio severo sobre los apóstoles y también sobre Tomás cuyas dudas están también presentes en este texto, más bien debemos ser comprensivos con aquellos hombres porque la Resurrección de Cristo supera los límites de la razón humana, es un misterio de fe. Para eso se hace presente Jesús: para disipar los miedos. Esta será una de las grandes enseñanzas de este evangelio: el discípulo necesita estar al lado de su maestro, junto a él las fatigas se hacen llevaderas y los miedos desaparecen. Jesús llega también hasta ellos para desearles su paz y para enviarles a la misión. Para ello no están solos, van a contar con la presencia permanente de Jesús a través de su Espíritu Santo. Es precioso ver cómo Jesús se fía absolutamente de los suyos ahora, en este momento, cuando todavía ellos no han llegado a realizar una confesión de fe plena en la resurrección. Lo que falte al arrojo de estos hombres y mujeres, lo pondrá Jesús con su fuerza, con su Espíritu, pero mientras tanto ellos son los encargados de salir de las casas y anunciar a todas las naciones que Cristo está vivo.
Tomás, un hombre
Tomás se niega a creer, es un hombre. A veces el amor y el dolor ofuscan nuestra razón. Tomás quería mucho a Jesús, había manifestado que estaba dispuesto a morir por Él (Jn 11,16) antes de la Pasión. En cuanto ve a Jesús resucitado frente a Él sus dudas se disipan. Jesús le invita a que realice la comprobación. Ya no es necesario. Tomás confiesa su fe en Jesús con unas palabras que expresan acertadamente la naturaleza divina de Jesús, no solo es el ungido de Dios, sino que Jesús es Dios mismo.
Tener Vida
Las palabras de Jesús ante esta confesión de Tomás están estrechamente ligadas a los versículos finales de nuestro texto: creer sin haber visto. Toda la historia de Jesús, todo el Evangelio persigue esta finalidad: suscitar y fortalecer la fe, de aquellos que hemos creído sin ver. Si nos fiamos de Cristo Resucitado obtendremos el mejor regalo imaginable: la vida, la vida con mayúsculas, la vida que no terminará jamás. Sí, somos unos afortunados.
Rubén Ruiz Sillera