Comentario evangélico. San Juan Bauatista, ciclo B.
Serás profeta del Altísimo
Un niño ardientemente esperado
Un niño deseado por sus padres, un niño querido y anhelado, un nacimiento pedido con fe a Dios que por fin se produjo. Cumplido el tiempo Isabel dio a luz un niño, su nombre Juan. Más adelante por su misión será conocido como Juan el Bautista. Hoy en este día 24 de junio celebramos su nacimiento para destacar su papel tan relevante en la Historia de la Salvación. Este nacimiento supone una gran alegría, así lo demuestra las felicitaciones que Isabel recibió de sus parientes y vecinos. Pero el evangelista quiere también que no olvidemos que el protagonista último es Dios. De hecho Isabel dio a luz a su hijo porque el Señor “le había hecho gran misericordia”. Dios ha elegido a este matrimonio anciano. Todo lo que Dios hace tiene una razón, aunque no la entendamos. En el capítulo primero Lucas nos apunta algunos motivos que podrían explicar esta elección divina: “los dos eran justos ante Dios y caminaban sin tacha en todos los mandamientos y preceptos del Señor” (Lc 1,6).
Dios quiere que se llame Juan
A continuación el texto nos relata la cuestión de la imposición del nombre al niño. La costumbre era que el niño recibiera el nombre de su padre, por eso se produce la extrañeza de los parientes cuando Isabel quiere ponerle el nombre de Juan. Isabel y su marido solo quieren obedecer lo que el ángel del Señor había pedido a Zacarías. La cuestión del nombre nos es presentada por Lucas como un ejercicio de obediencia a la voluntad de Dios por parte de los padres de Juan. Precisamente, esta obediencia de fe de los padres de Juan agradará a Dios e inmediatamente Zacarías volverá a recuperar el habla que había perdido en el Templo. Zacarías, una vez recuperada el habla y ya con el hijo tan esperado, sólo podrá prorrumpir en una acción de gracias a Dios.
Juan nos invita a mirar a Cristo
Un niño nacido a una pareja anciana y estéril y el padre que había recuperado milagrosamente el habla causaron gran conmoción en todas las aldeas del contorno. Todo este evangelio está apuntando a que este niño que acaba de nacer no va a ser cualquier niño. Como muy bien Lucas concluye, este niño está tocado por la mano del Señor. Dios ha elegido a Juan. Y cuando Dios elige lo hace para una misión. Nosotros conocemos esta misión: Juan será el precursor, el que anuncia a Jesús. Juan “es la lámpara que brilla y nos ha mostrado a la luz sin igual que es Jesucristo”. Miremos a Juan, él nos invita a mirar a Cristo. Y sólo mirando a Cristo podemos encontrar el sentido pleno a nuestras vidas.
Rubén Ruiz Silleras