Comentario al evangelio. Domingo 7º Ordinario, ciclo C
¿Hacemos lo de siempre o cambiamos?
¿Es posible llegar a tal grado de perfección?
Es muy difícil lo que nos pide Jesús en este evangelio, por no decir imposible o incluso antinatural, eso de amar al enemigo, de prestar sin esperar nada a cambio y toda esa suerte de cosas que dice Jesús… ¡qué difícil! Así que no merece la pena ni intentarlo, pura utopía… claro, si pensamos así, tenemos que dejar de leer este comentario, porque entonces la rutina o el conformismo o la desesperanza nos habrá ganado. Quede claro que el que suscribe no piensa como se refleja en las tres primeras líneas, era únicamente un argumento retórico, una forma de llamar la atención al lector. La empresa es difícil sí, pero el Señor está con nosotros, así que vamos a intentarlo.
Importante los destinatarios.
Jesús hoy no habla en lenguaje propositivo o desiderativo, es decir, Jesús no desea o nos propone todas estas cosas. Jesús las ordena, el lenguaje es imperativo, es firme, es ese lenguaje lleno de autoridad y de sentido que tiene mucha fuerza porque brota de una persona que ha vivido lo que enseña. Jesús no se anda con remilgos, sabe que cada persona es capaz de dar mucho más. Jesús no quiere que nos conformemos con lo de siempre, con lo fácil, con amar a los que nos aman, con no arriesgar. No obstante es muy importante no olvidar a quién se dirige Jesús. El evangelio dice que Jesús se dirigió a sus discípulos, no se dirige a extraños, a gente indiferente, a gente que no quiere creer, a gente que no quiere cambiar, no, Jesús se dirige a sus discípulos. El discípulo es aquel que libremente sigue a Jesús, el discípulo ya ha hecho una primera opción por Jesús. El cristiano es un discípulo, todos nosotros los somos, por eso estas palabras no nos pueden dejar indiferentes.
¿De verdad que no podemos cambiar nada?
Hacer el bien sin interés, amar, perdonar, bendecir, tratad a todos con amor, no juzgar, ser misericordiosos, dar, compartir… nos faltan dedos de la mano para contar todos estos verbos y palabras de Jesús. Quizás todo y en cada minuto de nuestra vida no lo podremos vivir a la perfección, pero hay que intentarlo por amor a Jesús. En nuestra vida cotidiana, en el trabajo profesional, con los amigos, la familia iremos viviendo multitud de ocasiones en las que dar lo mejor de nosotros mismos como Jesús nos pide. Incluso hasta nos podremos sorprender de cómo hemos conseguido forjar nuestro carácter siguiendo estas propuestas de Jesús, con su ayuda. Quizás todo no lo podremos hacer bien, pero ¿de verdad que no podemos cambiar nada?
Rubén Ruiz Silleras