Comentario al evangelio. Domingo 1º Cuaresma, ciclo C
Cuaresma: el bien vence al mal
La tentación
Confesamos en el Credo que Jesucristo es el “Hijo único de Dios” y, además, que “se hizo hombre” por nosotros, los hombres. Desde esta condición, desde su humanidad, el Señor Jesús participó de nuestra condición humana y como hombre experimentó situaciones que nos son tan conocidas a los hombres: la alegría, el cansancio, el dolor… y la tentación. Esta situación es la que nos describe el evangelio de este primer domingo de Cuaresma, el evangelio de las tentaciones de Jesús. Los cuarenta días que Jesús pasó en el desierto son un recuerdo de esos cuarenta años en los que el pueblo de Israel estuvo peregrinando por el desierto mientras se dirigía hacia la tierra prometida. En aquél tiempo el pueblo fue fiel a Dios pero también hubo momentos en los que abandonó esa fidelidad y cayó en la tentación de buscar una divinidad más cercana, más tangible.
El diablo
Como les pasó a los israelitas, muchas veces la tentación se presenta con apariencia de bien. El diablo en la tercera tentación tentó a Jesús con palabras tomadas de la Sagrada Escritura (del Antiguo Testamento). Podría parecer que merecía la pena escuchar esos argumentos. Pero eran una trampa. Jesús se mantiene firme y rebate al diablo con sus mismos argumentos: es decir, con la Palabra de Dios. Lo que el diablo le ofrece a Jesús [en la primera y tercera tentación] es que haga un acto de poder para demostrar su condición divina y, en segundo lugar, le ofrece el poder y la gloria humana. Nada de esto le hace falta a Jesús, por eso se mantendrá fiel a Dios y resistirá la tentación. Es alentador ver cómo después de esta prueba el demonio se marchó hasta otra ocasión. El bien repele al mal. Y Jesús es el sumo bien. Así el diablo no volverá a aparecer en todo el evangelio de Lucas hasta el comienzo del relato de la Pasión, cuando entrará en el corazón de Judas (Lc 22,3).
La Cuaresma y Jesús
Estamos al inicio de la Cuaresma. Y no, no es éste un tiempo triste ni oscuro, es tiempo para ser conscientes de que estrenamos una oportunidad nueva: la de hacer bien las cosas, la de elegir siempre el camino del bien y no el del mal, esto es la conversión. Cada día cuando nos levantamos no nos enfrentamos a una batalla contra el mal. Cada día cuando nos levantamos Dios nos regala una oportunidad nueva: vivir esta vida y hacerlo al estilo de Jesús. Cuanto más amor a Dios y al prójimo tengamos en nuestro corazón más fácil nos será vencer las tentaciones. Seguro.
Rubén Ruiz Silleras