Comentario al evangelio. Domingo 13 Ordinario
No mirar atrás, seguir siempre hacia delante
El camino, lugar de aprendizaje
El evangelio de este domingo tiene dos escenas bien diferenciadas pero ambas se desarrollan en un mismo escenario: el camino desde Galilea a Jerusalén. Este camino no solo va a ser un periplo geográfico a través de Israel, sino que es un camino ‘académico’, en el sentido de que Jesús va a ejercer de maestro a lo largo de todo él. A través de esta escuela Jesús quiere enseñar a los suyos, quiere corregir sus sentimientos, les va a mostrar también la exigencia que presenta este camino.
La venganza no es el camino
Vamos con la primera lección: en un pueblo de Samaría no quisieron acoger a los enviados de Jesús. No nos ha de extrañar porque entre samaritanos y judíos existían ancestrales rivalidades. Lo que nos ha de extrañar –y mucho- es la reacción de los discípulos de Jesús. Ellos quieren eliminar el problema por las buenas: eliminando con fuego a esos samaritanos tan maleducados. A todas luces es una reacción desproporcionada. Jesús les regaña. Les quiere enseñar que esa no es la actitud de un discípulo. En el trasfondo del corazón de los discípulos quizás estaba esa ley del talión de plena vigencia en aquella época (y no solo): “ojo por ojo, diente por diente”. Esto es precisamente lo que Jesús ha venido a cambiar. Un cristiano ha de actuar movido por otra ley que Jesús nos ha enseñado: la de perdón ante el que te ofende. Sí, el camino de la venganza es quizás el que responda a nuestros instintos más primarios, pero cuántas veces hemos oído también esto: “ojo por ojo y el mundo se quedará ciego”.
Seguir a Jesús decididamente
La segunda lección nos va a hablar del seguimiento. En dos casos una persona anónima quiere seguir a Jesús. En otro caso es Jesús quien llama a otra persona. En dos de estas llamadas, los llamados ponen pegas a Jesús. Es importante no hacer una interpretación exclusivamente literal de estas palabras. No es que Jesús impida el amor debido a los padres. Todo lo contrario, ya que la Ley mandaba claramente honrar a los padres (Dt 5,16) y Jesús no ha venido a abolir la Ley sino a darle cumplimiento (Mt 5,17). Por tanto habría que entender esta enseñanza de Jesús en el sentido de que el amor debido a la familia no te impida entregar tu corazón plenamente a la causa de Jesús y del Reino. No se trata de no querer a los nuestros, se trata de no ponerle excusas a Jesús. Si apostamos por él apostamos con todas nuestras fuerzas. Perdonar siempre y seguir a Jesús con todas nuestras fuerzas, sin regatear ni tiempo, ni ilusión, ni nada. Dando lo mejor de nosotros mismos, sin nostalgias del pasado, mirando siempre hacia delante. Hay que aprobar este examen. Porque en él nos va la vida.
Rubén Ruiz Silleras