Comentario evangélico. Domingo 1º Adviento, ciclo A.
El Adviento de cada día
No hay texto sin contexto
Las palabras de Jesús que hoy escuchamos en el Evangelio necesitamos contextualizarlas. Son respuesta a una inquietud de sus discípulos que encontramos al inicio del capítulo: “Dinos cuándo sucederá eso, y cuál será el signo de tu venida y del fin del mundo” (24,1). En su respuesta Jesús nombra a Noé, figura bíblica de especial relevancia, de quien nos dice la Escritura que: “fue el varón más justo y cabal de su tiempo. Noé andaba con Dios” (Gn 6,9). En los tiempos de Noé los hombres se habían olvidado de Dios. Así lo dice el Génesis: “La maldad del hombre cundía en la tierra y todos los pensamientos que ideaba su corazón eran puro mal continuo” (Gn 6,5). La experiencia del diluvio (recordamos su valor fundamentalmente teológico) purificó a la humanidad. Y porque resultó que Noé fue un hombre justo que supo esperar, acoger y recibir su Palabra, Dios decidió dar una oportunidad nueva a la humanidad. Los otros ejemplos que pone Jesús en el texto (los hombres en el campo las mujeres moliendo, el dueño de la casa) no pretenden infundir miedo o incertidumbre por cuál será la suerte de los que son “arrebatados”. Pretenden ilustrar, más bien, la necesidad de estar siempre vigilantes.
No esperamos algo sino a Alguien
Así si la pregunta de los discípulos es:¿cuándo Señor? ¿cuándo pasaran todas estas cosas?, la respuesta de Jesús en nuestro texto es clara. No es tan importante el día, cuanto la actitud: estad preparados, estad en vela”. Porque el día puede ser cualquiera. Pero esta vela y esta vigilancia tienen que tener un sentido. No hay que estar en vela sin más. Quien está en vela o en vigilancia es porque espera algo o a alguien. Nuestro texto nos dice claramente que quien ha de venir y a quien hemos de esperar es al Hijo del hombre (lo repite 3 veces el texto), es decir, a nuestro Señor.
Quien ama no amenaza
“A la hora que menos penséis viene el hijo del Hombre.” No, no es una amenaza. Porque quien ama no amenaza. Y no hay duda de que Dios nos ama (¡y apasionadamente! 1 Jn 3,1). Estas palabras son un aviso, de parte de Dios, lleno de cariño, para que no nos pase como a aquellos primeros hombres de la humanidad que dieron la espalda a Dios y arruinaron su vida. Cristo vendrá en Navidad, por eso hoy iniciamos el Adviento, el tiempo de la vigilancia y de la espera. Pero Cristo quieren venir también cada día hasta nuestra vida. Por eso, extremar la vigilancia en nuestras vidas lo hacemos –lo debemos hacer- para mejor acogerle y recibirle. Para ofrecerle un corazón más limpio en el Adviento de cada día.
¡Feliz inicio del Adviento!
Rubén Ruiz Silleras