Comentario al evangelio. Domingo 1º Cuaresma, ciclo A.
Resistir por amor
Al principio de su historia…
...Israel fue infiel a Dios en el desierto. Dios le había liberado de la esclavitud de Egipto y bajo la guía de Moisés le conducía a la tierra prometida. Pero Israel cayó en el pecado de la infidelidad y no supo resistir ante la tentación de la idolatría. Hoy, Jesús es llevado al desierto para ser tentado. Recuerda el lugar esa experiencia en los albores de Israel, aunque el resultado va a ser bien distinto. Como todo lo que viene de Jesús va a ser ejemplar, para que aprendamos de él.
Primer domingo de Cuaresma
Este primer domingo de Cuaresma se nos propone el evangelio de las tentaciones. El tentador le formula a Jesús tres propuestas, que son tres tentaciones. Sucede que como el diablo es el calumniador, el mentiroso (esta es otra traducción del sustantivo griego diabolos) presenta a Jesús con apariencia de bien lo que en realidad es un pecado grave porque ofende directamente a Dios. Por eso, como el diablo quiere ganarse para su causa a Jesús presenta las tentaciones nombrando a Dios, a los ángeles y con la promesa de reinar con gloria sobre las naciones del mundo.
Jesús siempre fiel
Sin embargo Jesús no se deja convencer por tan mezquino personaje, identifica el mal y lo rechaza sin fisuras. A cada una de las tres tentaciones Jesús responde con citas tomadas de la Sagrada Escritura (Dt 8,3; 6,16 y 6,13-15). Jesús en el desierto, a diferencia del pueblo de Israel y por estar bien unido a su Padre Dios, nos ha demostrado que él sí ha resistido la tentación y no ha pecado. Considero que lo más luminoso en este evangelio no es la maldad del diablo sino el ejemplo de Jesús que ha vencido el mal porque estaba firmemente unido a Dios. Y de hecho el diablo lo tuvo que dejar, porque no podía resquebrajar esa fidelidad de Jesús.
Fidelidad, resistencia, respeto… por amor
Son las palabras que dirige Jesús al tentador las que nos pueden ayudar en nuestra particular lucha con el pecado: escuchar, meditar, rezar más intensamente este tiempo con la Sagrada Escritura. Procurar cada día de nuestra vida no ofender a Dios ni con nuestros actos, ni con nuestras palabras. Cuando uno quiere a una persona mucho procura respetarla siempre. Y un cristiano quiere mucho a sus familiares, a sus amigos, pero también y sobre todo a Dios. Por último, es precioso pensar que con nuestra vida, nuestro cuerpo y nuestras acciones podemos servir a Dios. Y que nuestro pecado solo afea ese servicio. Jesús no pensó en sí mismo, no pensó en la gloria que le prometía el tentador. Jesús pensó en su Padre Dios, estaba íntimamente unido a él y quería servirle de la mejor manera con toda su vida y sus obras. La senda de la Cuaresma no es una senda oscura es una senda de amor, es otra oportunidad para demostrar a Dios cuánto le queremos y lo que estamos dispuestos a hacer por él.
Rubén Ruiz Silleras