Comentario al evangelio. Domingo 2º Adviento, ciclo C.
Todos sabemos que en gramática hay una oración principal y otras subordinadas. En este evangelio la principal es ésta: “Vino la Palabra de Dios sobre Juan”. La gran protagonista es la Palabra. La palabra es propia de las personas. Los animales dan gemidos, pero no articulan palabras. En una familia es un acontecimiento cuando un niño rompe a hablar y dice mamá, papá. La gran diferencia entre el Dios verdadero y los dioses falsos es que los falsos dioses: tienen ojos y no ven; tienen oídos y no oyen; tienen boca y no hablan. El verdadero Dios es un Dios que habla. “Dios, habiendo hablado hace mucho tiempo, en muchas ocasiones y de muchas maneras a los padres por los profetas, en estos últimos días nos ha hablado por su Hijo” (Heb, 1,1). ¿Cómo es esta Palabra de Dios?
1.– ES PALABRA HISTORICA.
El evangelista Lucas ha tenido un cuidado especial en insertar la persona de Jesús dentro de un contexto geográfico-histórico bien definido: Habla de ciudades y personajes bien conocidos en la Geografía e Historia universal: Habla de Herodes de Galilea, de Felipe de Iturea, de Lisanio de Abilene etc. Que nadie venga después diciendo que la persona de Jesús es un “personaje mítico”, invento de los hombres. Que vaya a la historia y compruebe. Pero hay más. Este Jesús no va a crear un grupo individualista, intimista. Su Palabra debe penetrar no sólo en las personas sino en las estructuras civiles y religiosas. Por eso aparecen los personajes políticos (Tiberio, Herodes, Pilato) y los religiosos. (Anás, Caifás). La experiencia nos dice que no basta con que cambien las personas si no cambian también las estructuras.
2.– ES PALABRA DINAMICA.
San Pablo comienza su carta a los Romanos con estas briosas palabras: «No me avergüenzo del Evangelio que es “fuerza” de Dios para la salvación de todo el que cree” (Ro. 1,18). No se trata de una mera fuerza moral sino “salvífica” capaz de “allanar senderos, rellenar valles, rebajar montañas”. Y, para esa labor, es necesaria la “dinamita”. Todavía queda dentro de nosotros montones de soberbia, de vanidad, de orgullo. Una Comunidad cristiana que escucha la Palabra de Dios, se tiene que notar en la vida. Debe aportar verdad. (Donde hay un cristiano auténtico no hay corrupción ni chanchullos). Debe aportar libertad. En el cristianismo se critica la “disciplina de voto” que domestica a las personas y no les deja votar lo que ellos piensan. Debe aportar “justicia”. Jesús ha venido a este mundo para hacer un mundo de “hermanos”. Dios no quiere que se muera la gente de hambre, o de miseria.
3.– ES PALABRA ENCARNADA.
Una de las frases más estremecedoras del evangelio aparece en el prólogo de San Juan cuando dice: “La Palabra se hizo carne”. La palabra en Jesús se hizo “vida” “acontecimiento” “historia”. Lo más contrario a la Palabra de Dios es que se convierta en mera palabrería humana. La Palabra de Dios nos debe cambiar del todo. Y la palabra de Dios la entendemos cuando la ponemos en práctica. Si nos limitamos a escuchar la palabra de Dios y no la llevamos a la práctica, convertimos la vida en “casa edificada sobre arena”. Si la ponemos en práctica, sabemos que estamos edificando sobre “roca firme”. (Mt. 7,24-27). San Pablo se dejó trabajar tanto por la Palabra de Dios que, al final, ni él mismo se conocía: “Vivo yo? No. Es otro quien vive en mí” (Gal. 2,20). Este es el verdadero efecto de la palabra de Dios.
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