Comentario al evangelio. Domingo 25º Ordinario, ciclo C.
1.- NO PODEMOS SERVIR A DIOS Y AL DINERO.
El que sirve a Dios como Padre de todos, no puede desentenderse de los hermanos. Si Dios ha creado los bienes de este mundo para “todos”, no puede ser justo que unos pocos tengan casi todo y otros muchos se mueran de hambre. El que sirve al dios “dinero” no se preocupa de los demás. Y uno que sólo vive para su egoísmo personal, se hace cada día menos persona. En este sentido se puede llegar hasta el extremo de “vender al pobre por un par de sandalias”. (1ª lectura). Hay que tener presente que no podemos confundir lo legal con lo justo. Hay incluso cristianos que opinan así: Puesto que lo que tengo lo he conseguido legalmente, nadie me podrá convencer de que no es exclusivamente mío. Los cristianos debemos regirnos por la ley del amor y, siguiendo esta ley, el dinero es injusto no solo por la manera de conseguirlo, sino también por la manera de gastarlo. No podemos derrochar en cosas superfluas cuando hay hermanos nuestros que no tienen lo necesario.
2.- LOS HIJOS DE ESTE MUNDO SON MÁS ASTUTOS QUE LOS HIJOS DE LA LUZ.
Un texto muy actual si tenemos presente nuestra situación concreta en el terreno de la fe. Nuestras iglesias están casi vacías y la fe cada vez cuenta menos en nuestro mundo. Todos somos conscientes de que tenemos la mejor mercancía, pero nos faltan estrategas, nos falta audacia y nos sobra comodidad. Los católicos hemos confundido lamentablemente el verbo IR CON EL VERBO VENIR. ¡Que vengan! Que vengan a bautizarse, a pedir la confirmación, a casarse por la Iglesia y aquellos que no pueden venir porque han muerto, ¡que me los traigan! Pero el evangelio no habla de venir sino de IR. “Id a mi viña” (Mt. 20,4). “Id a todo el mundo y predicad el evangelio” (Mt. 28,19). Si un día de verano, cuando aprieta el calor, ves a dos personas bajo una sombrilla y con la Biblia en la mano llamando en las casas, podéis dudar si se trata de unos mormones, unos evangelistas, o unos testigos de Jehová… Pero lo que no dudamos, lo que podemos asegurar, es que esos “no son católicos”. Los católicos, comenzando por los curas, nos quedamos tranquilos en casa viendo la T.V. Y tal vez criticando a los que salen. Los últimos papas nos hablan de “Iglesia en salida”, de “nuevos métodos”…, pero los católicos somos unos comodones. Y ¡así nos luce el pelo!
Iglesia en Aragón