Comentario a las lecturas. Bautismo del Señor, ciclo B
1.- El Espíritu Santo es el Dios del amor.
Ser bautizado en el Espíritu es estar impregnado, empapado del amor del Padre. Por eso, lo que oye Jesús cuando se abren los cielos es la voz del Padre que dice: “Este es mi hijo muy amado en el que pongo mis complacencias”. El cristiano se bautiza en ese mar infinito de amor. Bautizarse es “empaparse”. Uno se puede dar un baño de música, un baño de arte Bautizarse es darse “un baño de Dios” Es experimentar que Dios le quiere y le quiere más cuando el hijo está más solo, más enfermo, más débil, más limitado. “Jesús pasó por la vida haciendo el bien y curando a los que estaban oprimidos” (2ª lectura) No dice el texto: “Pasó por la vida sin hacer mal a nadie”. “Pasó haciendo el bien”. No es un buen cristiano el que se limita a no hacer mal. Es cristiano el que dedica su vida, sus años, su juventud, en hacer bien a los que lo están necesitando. Sanar, curar, alentar, levantar, son verbos cristianos
2.- En la primera lectura el profeta Isaías nos ha dicho acerca del Mesías.
“No gritará, no vociferará”. De 33 años que vivió Jesucristo se pasó 30 años en un pueblo insignificante, Nazaret, viviendo y trabajando como uno más, como uno de tantos. Hay momentos y circunstancias en la vida humana en que sobran las palabras. Todo lo que tenemos que decir, lo decimos mucho mejor con el silencio. Las mejores palabras brotan de un corazón silencioso. El cristiano no va por la vida “gritando”, “imponiendo”, “haciendo ruido”, “haciéndose el importante”. El cristiano es un ser silencioso.
3.- “No romperá la caña cascada”.
Es una bella definición de la persona humana. Lo dijo muy bien Pascal: “El hombre es una caña pensante”. Por ser “caña” es débil, frágil, muy limitado. Y ser cristiano significa aceptar la debilidad, la precariedad de la vida humana. Y, sobre todo, “no hacer la vida más difícil a los demás”. Hay que respetar, cuidar y proteger la vida humana. “La mecha vacilante no la apagará”. Quizás ninguno de nosotros podemos presumir de ser “hogueras” que lanzan llamaradas de vida, de amor, de felicidad. Pero sí podemos ser “pequeñas lamparitas de barro” que brillan en la noche. ¡No apaguemos todos los brotes de bien que hay en el mundo! Incluso juntemos esas lamparitas y se hará una gran luz. Es muy importante descubrir lo bueno y positivo que hay en cada persona, valorarlo y celebrarlo. Con maldecir las tinieblas no conseguimos que venga la luz.