Comentario a las lecturas. Domingo 10º Ordinario, ciclo B
La nueva familia de Jesús. Se trata de un relato construido con la técnica del emparedado (o sandwich). – Se inicia un tema 3,20-21 – Se introduce y desarrolla otro relacionado con el precedente (3,22-30). Se completa el primero. 3,31-35.
1.- El primer proyecto de Dios.
Dios puso a nuestros primeros padres en un paraíso de delicias: Con ríos, con árboles, con praderas, con animales amigos del hombre. Para arrancar a Adán de su soledad, le dio a Eva por compañera. No era extraña sino salida de sus entrañas, de la parte más cercana al corazón. La respuesta de Adán fue de admiración, de asombro, de sorpresa. Lo expresa muy bien Milton en el paraíso perdido. Pone en boca de Adán estas palabras: “Di un salto, como si mi intención fuera llegarme hasta Él”. Este Adán enriquecido por el regalo de Eva, quiere saltar hasta Dios para agradecerle este divino don. Y no sólo eso, sino que el mismo Dios estaba tan feliz viéndolos felices, que “bajaba a la brisa de la tarde a pasear con ellos”. (Gn. 3,8). Paz paradisiaca: con Dios, con ellos mismos y con toda la creación.
2.- Un proyecto arruinado por Satanás, “el fuerte”. Gn. 3,9-15).
Es lo que aparece en la primera lectura de este Domingo: Adán, ¿dónde estás? Sin Dios, el hombre está totalmente perdido. Les pasó a nuestros primeros padres y nos pasa también hoy a nosotros. El hombre de hoy es capaz de subir a la luna, pero no pisa tierra. Miles de niños se mueren de hambre. El hombre de hoy hace trasplantes de corazón todos los días, pero no es capaz de trasplantar amor. “Está desnudo”. Frase que usaban los profetas para hablar del día del juicio y significa: “angustia existencial”. Hombre roto y dividido por dentro. Hasta tal punto llega su angustia que ha caído en el pecado contra el Espíritu. Un pecado contra el E. Santo no es simplemente un hecho, sino una disposición espiritual permanente, es una ceguera culpable por sí misma, un resistirse a la acción salvadora de Dios. En tanto que un hombre persiste obstinadamente en su oposición a Dios, se excluye a sí mismo de la salvación. “Aquel hombre que rechaza la gracia de Dios se comporta como un enfermo que rechaza la única medicina que es capaz de sanarlo”. (Belarmino).
3.– Un proyecto reconstruido totalmente por Jesús, “el más fuerte”.
Jesús nos habla en este evangelio de una “Nueva Familia” No basada en los lazos de la carne ni la sangre sino en la fe, en el aceptar la voluntad del Padre. Cuando alguien habla del Padre, se entrega al Padre, cumple la voluntad del Padre, Jesús se emociona, se estremece, se llena de gozo. Jesús se siente fuertemente atraído por él. Es como “la voz de la sangre”. Y a esta nueva familia pertenece, de un modo especial, su madre, la Virgen María. Nadie, como Ella, ha sabido cumplir la voluntad del Padre. Aparentemente parece que Jesús es un tanto displicente con relación a su Madre. Pero sólo aparentemente. En realidad, ella va a ser la primera en fila de esta Nueva Familia. De esta manera, Jesús dilata las entrañas de su madre y sea así la madre de todo el Pueblo de Dios. Ahora entendemos por qué Jesús rechaza aquel elogio a su madre de una sencilla mujer del pueblo: “Dichoso el vientre que te llevó y los pechos que te criaron” (Lc. 11,27). Jesús no quiere enmarcar a su Madre en las categorías tradicionales de “pechos y vientre”. Ella escucha la Palabra de Dios, cumple lo que agrada a Dios, y se convierte en madre de todos los creyentes. «Dichosa tú, la creyente” (Lc. 1,45). María es grande por su fe. Y en la primera comunidad estaba presente en la venida del Espíritu Santo. En aquellas primeras comunidades se daban escenas como ésta: «La multitud de los creyentes tenía un solo corazón y un solo espíritu. Nadie consideraba sus bienes como propios… daban testimonio de la Resurrección de Jesús. Todos gozaban de gran simpatía” (Hechos 4,32-33). María no había subido todavía al cielo. Estaba presente en la tierra y dejó su huella en aquellas comunidades.
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