Comentario a las lecturas. Domingo 20º Ordinario, ciclo C
Meditación-reflexión.
Ahora vemos con normalidad que unos obreros que son despedidos de una fábrica porque no hay trabajo, tengan derecho a un tiempo de paro. Pero esto se ha conseguido después de muchas reivindicaciones por parte de los obreros. Pero Jesús lo tenía muy claro ya en el siglo primero. Aquellos obreros a quienes nadie ha contratado durante el día y sólo encuentran trabajo al final de la jornada, tienen mujer e hijos, y necesitan el sueldo completo para la familia. Los obreros que han trabajado todo el día, protestan. ¡Es injusto que nos pagues igual jornal! ¿Y es más justo pasar hambre por no encontrar trabajo? Notemos una cosa: Pensemos que aquel dueño de la parábola se hubiera evitado las críticas si hubiera comenzado a pagar por los primeros. Les habría dado lo convenido y no se hubieran enterado de lo que daba a los últimos. Pero Jesús, con esta parábola, nos quiere hacer pensar y, sobre todo, nos quiere cambiar de actitud. El dueño de la viña es “un Padre” y no es “un Patrón”. Para un “patrón” lo importante es que el obrero “trabaje y rinda”. Para un padre lo más importante es que todos sus hijos trabajen honradamente y puedan comer. En esta parábola de la viña, ¿hemos pensado en lo que ocurriría al día siguiente? ¿Acaso estos obreros de la última hora irían tarde? ¿Acaso serían unos flojos? ¿O se adelantaron y sorprendieron al dueño enganchando antes de tiempo? Por supuesto que el dueño no les había exigido nada. Pero, un Dueño tan bueno, ¿no incentiva nuestra gratuidad? Pensemos en el hijo pródigo. ¿Nos pasa por la cabeza el pensar que, después del trato exquisito del Padre, iba a tener ya ganas de irse otra vez de casa? Por ahí va la lógica del evangelio.
Palabra del Papa
“Un aspecto profundizado por el Santo Padre ha sido a través de una advertencia: «No acudamos a la voz de las sirenas que llaman a hacer de la pastoral una serie convulsa de iniciativas, sin conseguir recoger lo esencial del compromiso de la evangelización”. Francisco ha señalado que a veces parece que estamos más preocupados por multiplicar las actividades que por ser atentos con las personas a su encuentro con Dios. «Una pastoral que no tiene esta atención -ha indicado- se hace estéril poco a poco«. Asimismo ha querido recordar que una pastoral sin oración y contemplación no podrá nunca alcanzar el corazón de las personas. (Discurso de S.S. Francisco, 19 de septiembre de 2014).