Dios Uno y Trino.
DIOS UNO Y TRINO
Las palabras con las que comienza el Evangelio de la Misa, en la Solemnidad de la Santísima Trinidad, muestran el infinito amor que Dios tiene por la humanidad, hasta el punto de entregar a Su Hijo Único para la redención del género humano. Ese prodigio de amor que se
describe en el texto evangélico desvela a su vez la esencia misma de Dios, que es amor.
Desde el principio la Iglesia va tomando conciencia de que el amor de Dios manifiesta la comunidad de personas que es la Santísima Trinidad. Así lo expresa San Pablo cuando se despide de
la comunidad de los Corintios usando la célebre formula que hoy sigue utilizando la Iglesia al celebrar la Eucaristía y que recoge la fe de la Iglesia: “la gracia de nuestro Señor Jesucristo, el amor del Padre y la comunión del Espíritu Santo, esté siempre con vosotros”.
El día de la Santísima Trinidad tiene especial relevancia la recitación del Credo, que en todas las celebraciones dominicales decimos los cristianos como respuesta a la Palabra de Dios que ha sido proclamada y al misterio de fe que estamos celebrando en la Eucaristía. Podríamos decir que hoy es la fiesta del Credo. Pero, ¿en qué creemos los cristianos? Cada uno de los participantes en la
Misa eleva su voz para unirse con la de los demás creyentes en un grandioso coro que va desgranando la fe de los discípulos del Señor. Creemos en un solo Dios que es Padre Todopoderoso,
creador del cielo y de la tierra. En el centro de la creación, surge el hombre, débil y fuerte a la vez, imagen y semejanza de Dios.
Creemos en un solo Dios que es Hijo. Todo fue creado por Él y para Él. Nosotros mismos, somos conscientes de ser hijos en el Hijo. Y este Hijo de Dios se nos ha revelado en Jesús, como único Señor y Mesías. Y ha sido Jesús, el Hijo de Dios hecho hombre, que por nosotros, los hombres, y por nuestra salvación, nos ha manifestado el amor inmenso de Dios, haciéndose obediente hasta la muerte y muerte de cruz. Y el Padre le devuelve a la vida en la Resurrección y lo ha sentado a su derecha. Solo en Él somos salvados. Y desde la cercanía de la fiesta de Pentecostés, proclamamos que Dios también es Espíritu Santo que procede del Padre y del Hijo. Que es señor y dador de vida. Que ha estado presente desde antiguo en toda la historia de la salvación y que ahora conduce a la Iglesia, Cuerpo de Cristo, y a cada uno de nosotros, hasta la consumación de los tiempos. Esta es nuestra fe, la fe de la Iglesia que nos gloriamos en profesar. Os invito a que este domingo, al recitar el Credo, nos dejemos llenar de lo que significan los artículos de la fe y revisemos la incidencia que tienen en nuestra vida. Que no sea la repetición rutinaria de una oración
archiconocida, sino el asentir existencialmente, con la fe y la vida, a la revelación del Misterio del amor de Dios.
† Carlos Escribano Subías,
Obispo de Teruel y de Albarracín