Comentario evangélico. Domingo 19 B Ordinario.
Muchos son los que seguían a Jesús. Pero de pronto las cosas cambian.
Estamos en el Evangelio de Juan, cap. 6, en el discurso de Jesús en la sinagoga de Cafarnaúm. Jesús hasta ahora ha dado muchas cosas, ha hecho muchos milagros. Ahora anuncia que dará su propia carne y su propia sangre. Da su propia vida. El es el pan vivo bajado del cielo
La reacción es negativa. La gente murmura contra Jesús.
Jesús quiso prepararles para el gran misterio de la Eucaristía.
En el AT.: Dios hizo caer pan del cielo: el "maná". Con este pan el pueblo se alimentó para poder sostenerse 40 años en el desierto y llegar a la tierra prometida.
Hoy en la Primera lectura recordamos que el Profeta Elias comió un pan misterioso que le dió fuerzas para caminar 40 días por el desierto.
Esa es la preparación remota.
Pero también Jesús les había preparado personalmente: El milagro de la multiplicación de los panes y peces para alimentar a la multitud.
Sin embargo aun le piden un milagro para poder creer.
Están encerrados en sus propios argumentos humanos y no se abren ante los milagros de Jesús: “Acaso este no es Jesús, el hijo de José, y del cual nosotros conocemos el padre y la madre? ¿Cómo es que ahora dice « He bajado del cielo»?”
Jesús les dice que paren de murmurar. La murmuración se alimenta de la lógica humana y cierra el corazón a la sabiduría que Dios nos quiere revelar.
Murmuramos cada vez que hacemos comentarios rápidos en los que no hemos realmente escuchado al Señor.
La fe no proviene de los argumentos humanos. Hay que ser humilde y recibir la fe como don.
Creer en Jesús implica reconocer que Él es el Pan que baja del Cielo. No es suficiente creer que El es un gran hombre, ni siquiera es suficiente creer que es Dios. Hay que recibirlo con fe en la Eucarística para dejarse transformar por Su Presencia en nosotros. Solo así tendremos vida eterna.
Nosotros también atravesamos un gran desierto, con grandes pruebas y dificultades. ¿Donde está Dios? ¡En la Eucaristía! Esta Presente para fortalecernos para poder llegar a la tierra prometida: el cielo. Solo cuando recibimos bien este Pan que es Cristo vivo podemos vivir la vida nueva del Evangelio.
En la segunda lectura de hoy San Pablo enseña una nueva vida: "vivid en el amor como Cristo os amó y se entregó por nosotros como oblación y víctima de suave aroma". Esto requiere un morir: "Toda acritud, ira, cólera, gritos, maledicencia y cualquier clase de maldad, desaparezca de entre vosotros" y un renacer: "Sed más bien buenos entre vosotros, entrañables, perdonándoos mutuamente como os perdonó Dios en Cristo." Esto solo se puede cuando recibimos bien la Eucaristía.
Sagrados Corazones