Marzo 2017. Pintura de la Doble Trinidad.
Barroco. Finales siglo XVII.
Pintura. Óleo sobre lienzo.
Procede de la Catedral de Jaca.
Con motivo de la fiesta de San José (19 de Marzo, día del padre) la pieza del mes de marzo elegida es el bello cuadro de “La Doble Trinidad”, un óleo sobre lienzo, de estilo barroco, procedente de la Catedral de San Pedro de Jaca y conservado actualmente en el ámbito del Barroco del MDJ.
Se trata de una pintura con una composición aparentemente sencilla y clásica pero que encierra un gran contenido simbólico: en sentido horizontal se representa la Trinidad Terrestre compuesta por la Virgen, San José y el Niño Jesús que sirve como nexo de unión hacia la Trinidad Celeste, dispuesta en el eje vertical. Los colores cálidos y brillantes de los personajes destacan sobre el fondo oscuro, muy al gusto del claroscuro y tenebrismo barroco.
El fondo en el que aparece la Sagrada Familia es muy sencillo, apenas un suelo árido con algo de profundidad, haciendo referencia a la esfera terrestre, donde desarrollaron su vida estos personajes. En la parte izquierda, la Virgen María está de pie, de perfil, dando la mano a su hijo y mirándolo con ternura. Es representada como una mujer joven, vestida con una túnica rosa y manto azul oscuro. A la derecha San José también aparece como un hombre joven, representación que será cada vez más frecuente a partir de la Baja Edad Media frente a los siglos altomedievales dónde aparecía caracterizado como un anciano. Lleva una túnica de manga larga azul claro, sujeta a la cintura por una cinta roja y le cubre un manto dorado. En su mano sostiene una vara florida y es el único personaje nimbado.
En la parte superior, y como alusión al plano celeste, el pintor realizó un Rompimiento de Gloria en medio del cual Dios Padre emerge poderoso vestido con túnica azul oscuro y manto rojo y apoyando su mano izquierda sobre la bola del mundo. Sus rasgos están desdibujados, son poco nítidos, pero se intuye un personaje anciano, con pelo cano y barba blanca, del que emana toda la Luz que se derrama hasta la Sagrada Familia de la parte inferior. Por debajo del Padre, una paloma blanca con las alas extendidas simboliza el Espíritu Santo.
El Niño Jesús es el foco principal del cuadro; el personaje más importante puesto que es el eje central y el nexo de unión de ambas trinidades. Se trata de un niño de cabellos largos que lleva vestiduras blancas con bordados dorados en cuello, puños y bajos y lleva en la cintura una cinta roja. Sus gestos hacen de enlace entre los dos conjuntos: con una mano sostiene la mano de su madre, la Virgen, mientras que con la otra señala a su padre, San José, al mismo tiempo que su mirada se dirige hacia el cielo buscando a su Padre Eterno y al Santo Espíritu. Sobre este paralelismo entre las dos Trinidades reflexiona San Francisco de Sales en sus Conversaciones Espirituales, a propósito de que María, Jesús y José constituyen una Trinidad en la tierra la cual, en cierta forma, representa a la Santísima Trinidad. Así, San José sería la imagen de Dios Padre, la Virgen sustituiría al Espíritu Santo, del cual es templo vivo, y el Niño Jesús se convertiría en punto de intersección entre ambas Trinidades.
¿Sabías que…?
Esta iconografía de la vara florida de San José está tomada de los Evangelios Apócrifos que nos cuentan que María había sido criada y educada en el templo. Al alcanzar la edad de 14 años el sumo sacerdote quiere darle un esposo para cumplir con la ley de Moisés por lo que convoca, al son de la trompa, a todos los descendientes de David, solteros o viudos. Sorprendido en pleno trabajo José, que trabajaba en el armazón de un techo, deja caer el hacha y desciende precipitadamente por una escalera para dirigirse al templo. Todos los pretendientes llevan al templo una vara que depositan sobre el altar y se arrodillan a esperar el signo divino que señalará al elegido, siendo la rama de almendro del viejo San José la que florece, símbolo de que es él quien se va a convertir en el esposo de María.